9 nov 2012

ESPAÑOL LOW COST

Encontré este artículo de José Martínez Rubio en el diario digital Valencia Plaza (http://www.valenciaplaza.com) del pasado 3 de noviembre. Lo pongo en el blog porque creo que puede generar diferentes opiniones, si se trata de una realidad o si por el contrario, cae en el error de generalizar en exceso.




Primero, un par de ideas alegres y luego ya veremos. España es el país que más estudiantes Erasmus acoge en toda la Unión Europea. Y además, el español se consolida como segunda lengua más hablada en todo el mundo. Bien.
Podríamos desarrollar el optimismo diciendo que, en 25 años de programa Erasmus, más de dos millones de españoles han podido cursar estudios en otra universidad europea; que el intercambio, no solo estudiantil, sino cultural ha ido en aumento, lo que ha mejorado (al menos) las capacidades lingüísticas del alumnado; que hemos ayudado a mejorar la competitividad de nuestras empresas gracias a la formación de sus trabajadores; que hemos fortalecido la idea de una Europa unida a nivel cultural... económicamente es otra cosa; que hemos estrechado lazos entre países, que conocemos más y mejor los vínculos que impulsaron la creación de la Unión y todo eso.
Podríamos rematar con la consabida alabanza al idioma español: ya somos más de 400 millones de hispanohablantes como primera lengua, por detrás del chino mandarín y por delante del inglés; la presencia del español en Estados Unidos, a través de la comunidad latinoamericana, tiene cada vez más fuerza a nivel social, cultural y por supuesto político; hasta un total de 22 academias nacionales se preocupan de dirigir institucionalmente y en todo el mundo hispano la fuerza imparable del idioma.
Absolutamente todo es cierto. Absolutamente todo es positivo. Ahora bien, tras el esplendor de los números y los conceptos se esconde todo un proceso y todo un sistema no tan brillantes que, si bien lucen en sus resultados, lo hacen a costa de patear las condiciones de sus trabajadores.
Los profesores y profesoras de Español como Lengua Extranjera (E/LE) se adscriben al Convenio de Enseñanza No Reglada. Esto significa que no se reconoce la formación universitaria que los docentes tienen, pero sí se les exige para ejercer la profesión. Esto significa que los sueldos son, por lo general, lamentables. Esto significa que los horarios de cada profesional están sujetos a temporadas altas y bajas. Esto significa que las horas de docencia cambian por semanas. Esto significa que lo único contabilizado como trabajo son las horas que un profesor o una profesora está dentro del aula con los alumnos. Esto significa que hay todo un trabajo de organización, planificación y preparación de las clases a coste cero. Esto significa que profesor quiere decir profesor, animador sociocultural, guía turístico, recepcionista de hostal y en ocasiones compañero de fiesta, según la suerte de cada uno.
 
En este momento, casi nadie puede hacer carrera en el mundo de la enseñanza de español. Es temporal, nos hemos dicho muchos. Naturalmente, es temporal a la fuerza. Sobre todo en verano, las empresas privadas que ofrecen cursos a extranjeros se nutren de licenciados, fundamentalmente recién licenciados, y desarrollan una cultura del low cost perfecta para profesores sin experiencia y jóvenes.
Ahora bien, la situación no mejora mucho cuando el profesor tiene más años y más experiencia, y ha invertido miles de euros en másteres, posgrados y cursos oficiales del Estado para asegurarse la contratación. Es temporal incluso para los que llevan mucho tiempo en ello y son especialistas en ese tipo de enseñanza. Lo cual lleva a pensar que, en España, la inestabilidad y precariedad del mundo de E/LE es constante y permanente y la mejor carrera se desarrolla fuera de nuestro país. Y eso que el Ministerio de Educación ha suprimido este año casi todos los lectorados para la enseñanza de español en el extranjero.
El sistema E/LE funciona y obtiene unos resultados brillantes. Sin embargo, nadie que trabaje para el sistema podrá permanecer en él, a pesar de su vocación, de su talento y de su esfuerzo. O al menos permanecer con garantías de continuidad, con un horario estable y definido, con posibilidad de mejorar laboralmente...

Absolutamente al contrario, el sistema los prefiere "no reglados", prescindibles, manejables y despedibles fácilmente. Es otra versión peligrosa de "la lengua, compañera del Imperio", sobre todo cuando el Estado, que es quien legisla, no ha querido saber nada ni en tiempos de euforia ni en tiempos de crisis, y sobre todo cuando sus instituciones más excelsas, digamos Real Academia Española pero más aún Instituto Cervantes, no han encabezado ni promovido ni defendido con suerte reivindicaciones históricas de los profesionales de la enseñanza, que son los que finalmente mantienen la situación privilegiada del idioma español.
Es más, firmar convenios y adscripciones con las mismas empresas que piratean a sus trabajadores es, a todas luces, un gesto de complicidad que no se corresponde con la altura de las instituciones ni con la brillantez del idioma. Ni siquiera con el orgullo que debemos sentir al escuchar que el español es el segundo idioma en el mundo que bla bla bla bla.
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(*) José Martínez Rubio [@J_MartinezRubio], becario de investigación en la Universitat de València y Secretario de Universidades del PSPV-PSOE en Valencia

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